El Big Ben Deportivo: ¡No hay dudas! “Miggy” para Cooperstown… Y aquel pa’ La Haya

Por: Andrés E. Mora M…

A Miguel Cabrera, quien el 20 de junio de 2003, en el Pro Player Stadium de Miami, jugando para los Marlins de Florida, tuviera un espectacular debut, presagio de lo que sería su fantástica carrera, al conectar un vuelacerca por el jardín central ante el pitcher derecho Al Levine en el undécimo inning, con un out y un corredor en base, para dejar en el terreno a las Mantarrayas de Tampa Bay con pizarra 3-1, tercer criollo que para ese entonces conectaba jonrón en su juego de iniciación en «las mayores», le será acreditada una membresía VIP al “Templo de los Inmortales” en Cooperstown una vez alcance la icónica marca de los 3.000 hits para completar su fabulosa faena en los «ruedos» de la MLB «cortando rabo y orejas».

La llegada a tan ansiada meta es muy probable que ocurra en la serie de este fin de semana entre Rockies de Colorado y Tigres de Detroit, iniciada anoche en el Comerica Park, hogar de los bengalíes – desafío llevado a cabo después de escrita esta nota –, luego que «la mesa quedara servida» el miércoles ante los Yankees al batear el criollo de 4-3 – juego número 241 en su carrera con tres «incogibles», junto a Albert Pujols, líder entre los peloteros activos – para arribar a 2.999 hits y quedar a uno de la «cifra mágica» para acceder al elitesco grupo y emparejarse con el recordado Roberto Clemente en el puesto 32 de todos los tiempos. Pero, además, quedar a uno, también, del que le permitirá entrar a otro selecto club que, hasta los momentos, solo cuenta con 7 «socios», el de al menos 500 jonrones y 3.000 hits.

Así pues, las enormes expectativas que se crearon alrededor del promisorio estreno en las Grandes Ligas de “Miggy”, como se le conoce en la MLB al maracayero, refrendadas con el estacazo que le diera ese mismo año al consagrado Roger Clemens en el primer inning del cuarto juego de la Serie Mundial, finalmente ganada en seis encuentros por los Marlins, fueron totalmente cubiertas a través de su  excepcional carrera en la “Gran Carpa” que con su «madero», temporada a temporada, fue sumando «numeritos» que parecían provenir de un «ser de otro planeta», estadísticas de «otro mundo» que a la postre darían lugar al apodo con el que cariñosamente fue bautizado en Venezuela, «El Marciano». 

Pero, si el 2003 significó el comienzo de la brillante carrera de «Miggy» en el mejor béisbol del mundo, para Venezuela el 2003 representó el inicio de la consolidación de la «pesadilla roja-rojita» que aún nos agobia y padecemos.

En ese nefasto año para el país, el «nacido en Sabaneta» – una vez sucedida la masacre ejecutada por su gobierno el 11-A del año anterior y de la cual saldría indemne, y hasta fortalecido, debido a los errores, contradicciones y torpezas de la oposición – firmó la sentencia de muerte de PDVSA al despedir, entre «pitazo y pitazo», a 20.000 de sus trabajadores que tenían en promedio 15 años en la industria, es decir, echó a la calle 300 mil años de experiencia, y, no conforme con lo anterior, engendrar, con la implementación del control de cambio y control de precios en el país, lo que Transparencia Venezuela denominó, en el informe publicado en el 2020, “El Patrón de Gran Corrupción en Venezuela”.

Ese par de medidas sostenidas en el tiempo – por ejemplo, el control de cambios, derogado en agosto de 2018, se mantuvo vigente por tres lustros – propiciaron el contrabando y la aparición de mercados negros o paralelos. “Solo el control de divisas, que favoreció a personas con acceso al dólar preferencial a través de empresas ficticias, generó pérdidas por más de US$ 20.000 millones, según denunció en 2013 el exministro de Finanzas de Chávez, Jorge Giordiani”, nos recuerda el Informe.

Así las cosas, Transparencia Venezuela identificó 12 elementos que, por más de dos décadas, han configurado el referido patrón: 1) Monopolio y control creciente del aparato productivo, 2) Incentivos a la corrupción, 3) Gasto público sostiene apoyo político, 4) Unión Cívico-militar controla el Estado por la fuerza, 5) Emergencia, excusa de discrecionalidad, 6) Adjudicación directa y opaca de grandes obras por miles de millones de dólares, 7) Impunidad garantizada con la captura del Estado. Neutralización de sistemas de contrapesos, supervisión, justicia, contraloría, 8) Recursos secretos y discrecional, 9) Legalización de la opacidad y hegemonía comunicacional, 10) Rotación de personajes en ministerios y altos cargos, 11) Redes de negocios con impacto internacional, 12) Violación de DDHH: Represión de la protesta y persecución política.

De hecho, en el 2012, y pese a que el precio promedio del petróleo venezolano estaba en US$103, el gasto público tuvo un déficit de 17% del Producto Interno Bruto. “Es decir, que Venezuela gastó como si el petróleo hubiera estado en US$197 el barril”, apuntaría el economista venezolano Ricardo Hausmann en unas declaraciones a BBC Mundo. “2012 fue justamente el año en el que Hugo Chávez ganó su última elección, para lo cual – según confesó en una carta pública el exministro de Planificación Jorge Giordani – hubo que hacer un gran ʽesfuerzo económico y financieroʼ para lograr la consolidación del poder”, señalaría Ángel Bermúdez, autor del artículo publicado en el portal inglés.

Ese año que fue icónico para el béisbol venezolano con la triple corona de bateo alcanzada por “Miggy” – con .330 de promedio, 44 jonrones y 139 carreras impulsadas, apenas el vigésimo séptimo pelotero en alcanzarla en la historia de la MLB y 45 años después del último que la había logrado, Carl Yastrzemski para Boston en 1967 – demostró que la discrecionalidad de los dineros públicos, el «legado» del otro, es lo que ha mantenido «coronado» al régimen trasgresor de los derechos humanos y desangrado, de todas las maneras posibles, al país. Dudas ¡No hay!, “Miggy” para Cooperstown… y aquel pa’ La Haya.

aemora@gmail.com, @amoramarquez

 23-04-2022