El Caminante: El veneno del Resentimiento

Por: Valentín Alejandro Ladra…

Una persona puede sentirse fracasada, no sentirse culpable, pero sí endilga sus penas a todos los demás y a la sociedad. Su sadismo es hacer sufrir a los demás. Sentirse poderoso.

Es lo que sucede desde hace mucho tiempo en nuestra sociedad venezolana, pero de manera especial en los últimos 20 años. Se sienten con derecho de pisotear a todos los demás, y así sentirse importantes, cuasi héroes.

Lo curioso es que según los patrones de la sociedad donde se desenvuelve, el rencor se transforma en odio y éste en una especie de «Talibanismo» sin razón, embistiendo con sus complejos y odios, envidias y celos, a todo aquel que se le enfrente. Se siente «buchón», se infla tanto que sus emociones escondidas, su mente, se desequilibran.

Ese individuo, no importa sea su clase social o incluso religión o creencias -se escuda en las oscuridades de ellas-, se llena de graves y enfermizos resentimientos al ver la felicidad, e incluso cierta opulencia. de otros, y se mofa o enorgullece cuando ellos padecen miles de males.

Es posible que la vida no le ha proporcionado las oportunidades necesarias. O tampoco las buscó. Puede sentirse engañado hasta por divinidades celestiales o los nefastos espíritus con los cuales se adorna equivocádamente. A veces los resentimientos los tiene muy ocultos, debajo de la piel, pero que sangran en silencio, y sólo necesitan una batería que estalle su alma y mente como un volcán que todo lo destruye, hasta su propia familia. Y no le importa. Se cree un superhéroe.

Esto es un verdadero veneno mortal para el espíritu humano.

Las personas honestas, del bien y concientes de los valores de la cultura y vida en general pueden detectarlo o inocentemente padecerlo sin comprender. Los últimos 20 años no dejan para la inocencia de nadie al sentir en carne propia estos negativos embates.

El que padece resentimientos no es una persona agradable, no es un buen amigo, buena pareja ni buen trabajador. ¿Será perdonado celestialmente? Difícil, ya que ha hecho sufrir a otros, sin compasión alguna. Su karma es cada vez más denso, más pesado, y llegará el momento que esa misma persona sufra los mismos embates oscuros con los cuales se vanagloriaba.

Rumia por dentro su odio, resquemor, pero en el fondo es un individuo cobarde y muy peligroso, cuya cizaña es letal como la mordedura de una serpiente, de una cascabel, coral, mamba o cobra.

No deja que nadie lo alivie ni haga recuperar la conciencia que posiblemente jamás tuvo. Es un gran egoísta. Al darse importancia por sobre los demás, dentro de su incultura e ingorancia, desarrolla rápidamente, si lo dejan o incluso estimulan, un sentido perverso, ciego, insano. Pero al fin y al cabo el resentido se convierte en algun momento su propio victimario. Pero allí ya no tiene ninguna salida. Sólo recobrar su conciencia y darse cuenta de todo el mal y errores que ha hecho. De 1.000 casos, sólo se puede hablar si acaso de un 12%. Los demás prefieren morir envenenados. Con su propio veneno. Tal cual. Piensa, siente, que es el centro de todas las injusticias del mundo. Su autopiedad es autodestructora.

Muchas veces estos dilemas existenciales son producidos por sus propias respuestas negativas y reacciones emocionales nefastas. Vive bajo presiones volcánicas, que sólo utilizan válvulas de escape cuando victimiza a los demás. Allí se siente poderoso. Imbatible. Y más cuando lo rodean sus iguales, a diferentes niveles de resentimientos. Se agrupan para martirizar y burlarse de todos.

Oh, sí. Existen muchos niveles de resentimientos, a cada cual más destructivo en los cuales se aupa de vano y superficial poder.

El resentido jamás podrá tener seguridad y autoconfianza. Verá fantasmas por doquier, aquellos que él mismo ha creado.

No acepta ayuda de nadie y se  muestra irascible. Lo peligroso, y hasta absurdo, para ciertas personas resentidas que alcanzan el éxito, llega un momento que el triunfo logrado pierde la esencia de su diversión. Y ya nada es igual para él. Pareciera que llegar al poder por el poder de si mismo se convierte en una especie de derrota, por más extraño que pareza, pues ya no tiene a nadie enfrente para destruir. Su cima del éxito es su propia perdición. Pero jamás lo demostrará. ¿Qué clase de seres humanos son ellos?