Homilia de Monseñor Baltazar Porras en los 229 años de la ULA

HOMILIA EN LA EUCARISTIA CONMEMORATIVA DE LOS 229 AÑOS DEL DIA DE LA UNIVERSIDAD DE LOS ANDES, PRESIDIDA POR EL SR. ARZOBISPO MONS. BALTAZAR ENRIQUE PORRAS CARDOZO. Catedral Basílica Metropolitana de Mérida, 29-3-2014.

Queridos hermanos:

Bienvenidos a este recinto sagrado, en este tercer sábado del tiempo cuaresmal. Venimos a orar en medio de la situación conflictiva que mantiene suspendidas las actividades de nuestra Alma Mater desde hace más de mes y medio. Sin embargo, es imperativo de la esperanza cristiana hacer nuestras las palabras del profeta Oseas que acaban de ser proclamadas: “En su aflicción, mi pueblo me buscará y se dirán unos a otros: Vengan, volvámonos al Señor; él nos ha desgarrado y él nos curará; él nos ha herido y él nos vendará. Esforcémonos por conocer al Señor; bajará sobre nosotros como lluvia temprana, como lluvia de primavera que empapa la tierra”.

La pequeña y humilde Casa de Estudios que se atrevió a fundar el obispo soñador Fray Juan Ramos de Lora hace 229 años estuvo signada por contradicciones que ponían en vilo su existencia. A lo largo de toda la historia de nuestra Universidad de los Andes, las amenazas que atentan contra la identidad de su ser, han estado siempre presentes. No podía ser de otra forma. La universidad no sólo es casa del saber y la ciencia. Es, por encima de todo, hogar del pensamiento, de la investigación, de la búsqueda permanente, de la pluralidad y de la convivencia entre pareceres disímiles y contrastantes.

La universidad es escuela, útero fecundo de aprendizaje de vida, de cultura de la tolerancia y la apertura, de la confrontación de ideas, de profundización de los valores y virtudes que acompañan a toda vida en sociedad. Todo lo anterior no se puede hacer sin autonomía, sin diálogo, sin respeto a la disidencia, sin democracia. Y ese camino es el que va construyendo una ética social que la convierte, como por ósmosis, en la savia nutriente de una sociedad vigorosa en progreso, bienestar y equilibrio social.

Como nos señala el Papa Francisco, “la fe no le tiene miedo a la razón; al contrario, la busca y confía en ella, porque la luz de la razón y de la fe provienen ambas de Dios y no pueden contradecirse entre sí”. Sin embargo, “cuando no es la razón la que propone, sino una determinada ideología que cierra el camino a un diálogo auténtico, pacífico y fructífero”, se pone en peligro la razón de ser de la academia (cfr. Evangelii Gaudium, 242-243).

El sentir mayoritario de la comunidad universitaria y de la sociedad, es la defensa de la universidad autónoma. Por una razón muy sencilla. Sin libertad de pensamiento y de cátedra, dentro de los límites de la razón humana y de las leyes, la universidad se convertiría en un apéndice de otros intereses bastardos, ajenos a su identidad; y su aporte a la ciencia y a la sociedad, se esfuma.

Las dificultades por las que atraviesa la sociedad venezolana, y por ende todas sus instituciones, deben ser ocasión para la creatividad y la constancia. No nos podemos dejar robar ni el entusiasmo ni la necesaria creatividad, con constancia y prudencia, con respeto por el otro, pero con la convicción de que la verdad se construye entre todos. Hace falta cultivar un espacio interior que otorgue sentido al compromiso y a la actividad cotidiana. Dependerá de la decisión y lucha de los miembros de la comunidad universitaria, y de su capacidad de renovación, comunicación y alianza con los diversos sectores sociales, el rescate de una universidad que es madre nutricia, alma mater, de la sociedad entera, en diálogo e interacción creativa para producir los cambios, la reflexión y las soluciones que necesita la sociedad venezolana.

Volvamos al altar, el evangelio de hoy, nos recuerda el valor imperioso de la oración, que nos hace rechazar toda tentación de una espiritualidad oculta e individualista que poco tiene que ver con las exigencias de los demás. Pero hay que hacerlo en actitud humilde y sencilla como el publicano, porque todo el que se enaltece será humillado y el que se rebaja a servir al otro, será enaltecido. Que la intercesión de María Santísima bendiga a la Universidad de los Andes y a todos los que hacen posible que siga siendo antorcha de luz y de paz. Que así sea.