La diáspora venezolana

Por: Ramsés Uribe…

Cuando corresponde analizar la situación migratoria venezolana actual conocida como diáspora, quedamos abrumados con las estadísticas alarmantes que circulan por estos brumosos días.  Tomás Páez, sociólogo de la UCV, afirma que hay 2 millones de venezolanos diseminados en 90 países. Otros señalan que la cifra es aún mayor. Esto lo reafirma la periodista Carmen Victoria Inojosa  en el Nacional.com en 2017,en su artículo “ Éxodo venezolano lidera cifras migratorias”: Venezuela ocupa las primeras posiciones en procedimientos migratorios en países como Colombia, Panamá, Argentina, Chile y España. En el mismo texto,  Emilio Osorio, directivo de la Asociación  Venezolana de Estudios de la Población, señaló que está ocurriendo una migración semiforzada ante las condiciones actuales y esto trae como consecuencia, entre otras situaciones, efectos nefastos en la educación universitaria del futuro. Al investigador le preocupa que el contenido formativo, como él lo llama (especialistas),  se ha marchado a otros países. Así, formar a 15000 médicos podría significar 18 años de estudios. Los que se fueron constituyen un alto costo sin retorno económico para nuestra nación.  El retraso sería de 30 a 50 años.  

En esta misma línea, la periodista, Gabriela Rojas, en su artículo, “ La huida corre hacia las fronteras”, del 13-08-2017, en El Nacional, informa que “ la sensación de asfixia se apodera de miles de venezolanos que cruzan cualquier país que los reciba, movidos por el aumento de la incertidumbre política, la necesidad de sentirse a salvo y las ganas de vivir en normalidad.”

Hay que acotar que la migración forzada es de mayor gravedad ya que ocurre por causas también serias pero distintas, especialmente por la amenaza de guerra, cuestión que por fortuna no se padece en Venezuela. Esto significa según los datos obtenidos, que el venezolano migrante está saliendo del país, no totalmente obligado, forzado violentamente, simplemente porque la situación social y económica le abruma, aunque también puede aterrorizarle en algunos casos  y le conmina a viajar con cierto grado de desesperación, de urgencia para ponerse a salvo. Al menos esta es la percepción que ellos parecen tener. Esto acarrea efectos adversos como puede ser la fuga de cerebros que son aprovechados en otras latitudes, cumpliéndose el argot criollo, cachicamo trabaja para lapa.

En la frontera con Colombia, denuncia el sociólogo y académico, Tulio Hernández, la peregrinación masiva de venezolanos se calcula en 30000 por día aproximadamente en la búsqueda desesperada de alimentos, cosméticos y salud.( El Nacional, 31-07-2016). Tristemente hoy en 2017 esta situación continúa agravándose sin avisorar un final cercano.  Ante esta notificación que podría alarmar al más pintado, hay que acotar que teológicamente hay que considerar aquel aliviante pasaje bíblico que dice “ por nada estéis afanosos”(Filipenses 4-6). Recomendación que corroboran los psicólogos y psiquiatras para una mejor salud mental ante tamaña dificultad que asedia e impacta a un grueso de los venezolanos.

Proponemos algún bálsamo alternativo, al menos teórico, para paliar un poco esta tremenda situación de migración atípica venezolana, por medio de la filosofía, la sociología y la teología, como hemos expuesto en otros temas de estos artículos digitales.  Tal es el caso del autor Rodolfo Izaguirre, en su artículo “ Diáspora”, publicado recientemente en el mismo diario citado antes, un punto de vista de mayor optimismo sobre el tema, al decir que “ la diáspora de la hora bolivariana germinará fortaleciendo al país con los aportes de las nuevas culturas, gestos, costumbres  y tradiciones que llegarán en las  alforjas de los que retornarán enriquecidos, a su vez, por nuevos idiomas y sorprendentes perspectivas para asomarse al mundo.”

 Ramsés Uribe, profesor ULA

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