La estructura de soporte bancario a punto de colapso

Por: Germán Rodríguez Bustamante…

El sistema bancario es el conjunto de instituciones, medios y entidades de un país, que buscan canalizar el ahorro en inversiones, con una función de intermediación que asegure los medios de pago de la economía. La intermediación permite adecuar las necesidades de los prestamistas y ahorradores mediante la transformación de los plazos de las operaciones. Captan recursos a corto plazo y lo ceden a plazos mayores. Es fundamental para el desarrollo del sistema la confianza de los usuarios, de manera tal que los fondos estén a plena disposición sin restricciones de ningún tipo. La percepción de la relación del cliente con el banco tiene un componente muy importante asociado a la prestación de los servicios bajo el concepto de oficina bancaria y en las facilidades inherentes a los medios de pago. Indudablemente con soportes tecnológicos tan frágiles, los servicios prestados por los bancos en términos generales en Venezuela serán cada día peores. Mientras el mundo evoluciona hacia nueva formas de pago más agiles, confiables y seguras, en Venezuela por una visión anacrónica de un socialismo trasnochado retrocedemos a sistemas de pago antiguos.

El futuro necesita una banca más ágil y abierta, preparada para explorar opciones y gestionar un entorno que siempre tendrá un componente de incertidumbre e inestabilidad global, y se tendrá que adaptar a cambios y nuevas normas. El gobierno revolucionario no propicia ni estimula el desarrollo de una banca que se ajuste a esa nueva realidad; por el contrario, la hace por improvisación o de manera deliberada, replegándose, anulando su competencia. Exactamente hace un año el régimen anuncio la muerte del famoso “billete de 100”, medida desesperada impulsada por una supuesta intriga electrónica, entendida esta  como una variante de la moderna mitología de la teoría de la conspiración y del Nuevo Orden Mundial. Hasta el momento el famoso billete sigue manteniendo su presencia como medio de pago.

Los problemas que presenta el sistema bancario en este momento, son la consecuencia de medidas tomadas por el régimen sin evaluar sus impactos. La expansión monetaria consentida por el Banco Central para cumplir el populismo del régimen, ha producido la hiperinflación que padecemos, las necesidades de dinero para comprar productos y sufragar servicios obviamente son inmensamente mayores, toda esa masa monetaria pasa a los bancos  a quienes les corresponde cubrir las ordenes de pago emitidas por el gobierno. En conclusión las demandas de los clientes crecen y la infraestructura disminuye como consecuencia de los impactos en los costos de intermediación del banco. Las instituciones bancarias son afectadas por las medidas y sus costos crecen a niveles que afectan su rentabilidad, en consecuencia adoptan medidas que deterioran los servicios prestados. Por otro lado la expansión monetaria no es acompañada por un ritmo similar en la cantidad de billetes y monedas en circulación, entonces el efectivo se convierte en un bien con un costo de oportunidad elevadísimo, recargando la estructura de pago electrónico, la cual por problemas de divisas no se ha podido ajustara las nuevas realidades. Es por ello que observamos oficinas bancarias abarrotadas de personas, con cajeros electrónicos secos (sin dinero), personal insuficiente para atender las necesidades de los clientes y limitaciones para retirar efectivo. Cada decisión tomada por el régimen en el ámbito financiero es anticipada por los agentes económicos, y la situación del efectivo sigue siendo un problema sin solución. Por desconfianza en el sistema las personas de forma racional continuarán acumulando el efectivo fuera de los bancos, es decir, es mucho mayor la cantidad que efectivo que se demanda de los bancos que la que se ofrece en términos generales. Adicional, las operaciones de contrabando se realizan estrictamente en efectivo para evitar las trazas de transacciones electrónicas. Para colmo el efectivo se convirtió en un “producto”  sujeto a bachaqueo. Esta pócima financiera está generando los problemas graves que vive la economía venezolana en sus sistemas de pago. En un estado primitivo de soporte electrónico para el sistema de pago digital es previsible que la estructura colapse o tienda a fundirse. Las colas para realizar los pagos por vía electrónico son largas y todo indica que la situación se va a mantener hasta que se recupere la confianza en el sistema, y que la infraestructura de soporte bancario se fortalezca. La salida de la nueva familia de billetes no alivió el problema, por el contrario lo potenció, ya que es más rentable para los operadores especulativos del mercado, acumular en dinero de mayor denominación.  Hay una peligrosa ignorancia en materia financiera y de sistemas de información y comunicaciones. Lo que vivimos no es una película de espías y conspiraciones sino una larga, amarga y triste comedia de equivocaciones.

Apostamos a que tanta improvisación y tanto descuido no termine afectando al sistema bancario y financiero en su totalidad, hasta su colapso definitivo. Las crisis financieras se derivan de un conjunto de factores presentes en la economía y esperamos que la ligereza no se generalice para evitar dolencias mayores para el pueblo.

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