Por: Germán Rodríguez Bustamante…
La distribución de la riqueza es uno de los temas más discutidos en la actualidad. Sin embargo desconocemos algunos factores que impulsan su evolución en el largo plazo. Podemos afirmar que la dinámica de la acumulación de capital privado produce el fenómeno de la desigualdad, por otra parte lo que si es cierto es que la concentración de la riqueza inevitablemente se encuentra cada vez más en menos manos. La desigualdad social es la condición por la cual las personas tienen un acceso desigual a recursos de todo tipo, a los servicios y a las posiciones que valora la sociedad. En definitiva es dar un trato diferente a las personas, lo que genera discriminación.
El socialismo del siglo XXI fue vendido como un cambio social en la estructura de poder para construir el hombre nuevo, supuestamente sobre los principios y valores de Bolívar, Simón Rodríguez y Zamora; unas de sus principales banderas era la lucha contra la corrupción y la pobreza, lastimosamente estos supremos objetivos no se han podido alcanzar, por el contrario tanto la corrupción como la pobreza ha tomado dimensiones vergonzosas.
Entre los factores que impulsa la reducción de las desigualdades se encuentra: la difusión del conocimiento, la inversión en capacitación y formación, el mercado como mecanismo de asignación de precios y perfeccionamiento de intercambios, la libre circulación del capital y la movilidad de la fuerza laboral. Lamentablemente en estos años de revolución bolivariana existe un desprecio enorme de la clase gobernante por el conocimiento, ejemplo de ello es el cerco presupuestario y financiero al cual son sometidas las universidades autónomas, instituciones en donde se concentra la generación de investigación en el país.
A pesar de las limitaciones las instituciones universitarias realizan esfuerzos para preservar sus posiciones, en los rankings internacionales que miden la calidad académica. En los últimos días las universidades son asediadas por “hordas criminales”, que buscan sembrar el miedo para continuar con el plan macabro de la destrucción institucional programada. En el caso de la inversión en capacitación, muy pocos recursos se orientan en la formación, la situación de la deserción estudiantil a todos los niveles educativos, son una muestra de la condición precaria de los alumnos. La diáspora de venezolanos produce una descapitalización intelectual del país, ya que en su mayoría son jóvenes profesionales que no observan una expectativa favorable de futuro en la nación.
Los estudiantes en el extranjero tienen cerca de un año sin recibir las divisas para financiar sus estudios, situación en la cual se encuentran profesores universitarios en formación, hechos que reducen al mínimo las posibilidades de formación en el extranjero, aislando al país del concierto mundial y de la evolución del conocimiento y de la tecnología en todas las áreas. El conocimiento y la habilidad de difusión es la clave del crecimiento general de la productividad, así como la reducción de la desigualdad dentro y entre los países. El mercado como mecanismo de asignación de precios y para formalizar intercambios fue intervenido por el gobierno, deformando sus fortalezas, la hemorragia de medidas de control implementadas produce escasez, desabastecimiento e inflación: informalizando la economía, pariendo parásitos sociales como el bachaquero y mercados secundarios a cielo abierto con una nula tributación. El capital se ve afectado por la improvisación en la medida del nuevo Cono Monetario, que limita el mecanismo de pago en la economía.
Adicional a esto, el control cambiario distorsiona la asignación de precios al existir en este momento hasta 4 tasas de cambio referenciales. No existen reglas claras para la inversión privada tanto nacional como extranjera, en este marco el Estado no cuenta con suficiente musculo financiero, en consecuencia afloran los males y la pobreza germina naturalmente, situación que es corroborada por las últimas encuestas que miden tanto condiciones de vida como cesta alimentaria básica.
La fuerza laboral se encuentra en su etapa más oscura, existe un desplazamiento de la actividad industrial transformadora a la actividad comercial, afectando el valor agregado del capital humano incorporado en las industrias. Por otro lado la política salarial es un total y absoluto fracaso, los incrementos del salario mínimo realizados de forma arbitraria, presionados los mismos por una inflación descontrolada, deriva en una espiral permanente que se alimenta a si misma. En conclusión la política de permitir que el mercado libre determine el nivel de los salarios es la única política razonable y exitosa de pleno empleo.
El presupuesto 2017 aprobado sin el control de la Asamblea Nacional, es un indicador indiscutible de la profundización de las desigualdades en Venezuela. La distribución de los recursos se realizó con criterios divorciados de la eficiencia, solvencia, transparencia, responsabilidad y equilibrio fiscal. Existen algunos sectores como el militar beneficiado en la asignación en comparación con otros sectores que contribuyen en la reducción de la pobreza.
La crisis presente en Venezuela ha revelado con toda crudeza y ha suscitado el enfado de las clases medias, ya que se sienten los sacrificados, duramente golpeadas por las políticas de austeridad, el recorte de los servicios y las subidas de impuestos. En estos años de revolución se creó una “clase política gánster” enriquecida con los recursos públicos, quienes no pagan impuesto por el incremento de su patrimonio, en consecuencia hay dos clases que protegen su patrimonio y el sistema tiránico lo hace crecer a tasas que no tributan, unos son los contratistas tradicionales del estado que vienen de la cuarta y los otros son la pandilla política en funciones directivas en la estructura burocrática gubernamental. Mientras la clase media trabajadora nos corresponde llevar el mayor peso del sistema de tributación, llegando al extremo de convertirse en un lastre que extingue poco a poco al estamento social.
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