Los cortes eléctricos a repetición: una agresión moral y psicológica contra los ciudadanos

Desde este lunes 14 de septiembre Mérida y sus alrededores han sufrido con inusitada violencia los cortes de electricidad y las subidas y bajadas de voltaje que cada vez que ocurren dejan a los ciudadanos sumidos en una angustia vital. Sí, porque cualquier cosas que estén realizando queda paralizada de inmediato con las consecuencias que trae consigo tan despiadadas circunstancias. Asimismo los ya maltrechos aparatos eléctricos bien sean electrodomésticos, computadoras u otros equipos que usen electricidad han, literalmente reventado, al no poder soportar las arremetidas del fluido eléctrico cuando llega.

Los habitantes se preguntan ¿quién se hará responsable por los daños ocasionados tanto a la salud de las personas que ya no soportan más abusos, como a los pocos electrodomésticos que van quedando en las casa de las familias cada vez más depauperadas por la hiperinflación, los sueldos de miseria, la perversidad de los que se lucran groseramente a costa de la necesidad ajena y otras malas acciones?

Cuesta creer que los responsables de la generación de electricidad no hayan sido capaces de solucionar la crisis del sector eléctrico que se ha convertido en otra pandemia, porque muy pocos se salvan de semejante caos.

Tortura y auto tortura

Nada tiene sentido, hay días en que la electricidad dura hasta la madrugada y después, toda la mañana, que debería ser para trabajar y hacer lo que tenemos que hacer, la cortan hasta media tarde, si acaso vuelve. Hay una total incoherencia en las acciones y lo peor es que ningún funcionario con rango, se dirige a la ciudadanía y explica qué está pasando, qué podemos esperar, qué medidas se están tomando para tratar de solventar el gravísimo problema. Tampoco explican ¿por qué tenemos que alterar las horas de sueño para intentar terminar algún trabajo, a fin de aprovechar las horas nocturnas en que paradójicamente muchas veces hay luz? La realidad es tan despiadada, que hay quienes se auto tortura y deja el interruptor en “on” para cuando llega la electricidad, puedan despertarse y salir corriendo medio dormidos a: planchar, lavar, cocinar, enviar los informes y un largo etcétera que cada uno conoce y padece. Y, ni qué decir de las personas que están enfermas y sus cuidadores, que subsisten en una eterna pesadilla. Así miles y miles de vidas, que han sido trastocadas por el deterioro paulatino y sin control del Sistema Eléctrico Nacional, pero en los Andes y el Zulia, el ensañamiento es aún mayor. En fin…accionar de noche porque de día nos quitan la luz. Nos están transformando en vampiros. Están acabando con la salud mental y física de los pobladores.

Nadie escucha, nadie hace nada.

La ciudadanía está en total indefensión. No se puede acudir a ningún organismo para pedir explicaciones o soluciones. La gente, lo que hace, es descargar su rabia e impotencia por las redes sociales. Pero, esas quejas no llegan a ninguna parte. Mientras tanto los dirigentes políticos siguen empeñados en sus propias maquinaciones, a veces absurdas, atemporales, incongruentes: elecciones, sí o sí el 6 de diciembre, llueva, truene o relampaguee, aunque ninguna condición para realización de las mismas esté garantizada. En su empeño se olvidan hasta de la pandemia por coronavirus. Por otra parte, la oposición, Juan Guaidó, Capriles, María Corina, por nombrar solamente a las nuevas generaciones, por llamarlas de alguna manera, enfrascados en una diatriba estéril, que para nada beneficia a una población que en su gran mayoría sufre: Tiene hambre, devenga sueldos de miseria y están perdiendo las ilusiones de conseguir un futuro próspero y favorable para ver crecer a sus familias, en un país sumido en uno de los más terribles y sofocantes escenarios.

Por otra parte, nos hemos convertido, no en un “bravo pueblo” como dice el Himno Nacional, sino en un pobre pueblo atormentado, pero que aguanta mansamente las colas, las arbitrariedades policiales, la falta de gasolina y de gas. Soportamos con estoicismo, la tormenta de ignominias que cae permanentemente sobre esta tierra.

Desafortunadamente, ni los mejores analistas políticos, ni las cartas del tarot, ni los más expertos videntes han podido dar respuestas a la realidad actual venezolana. Es como permanecer en un túnel, muy oscuro, sin rendijas que permitan ver más allá.

Solamente la fe y la esperanza nos permiten continuar en este calvario: el amor de nuestros seres queridos, la armonía que puede haber en nuestro hogar, la mano solidaria de un amigo, la sonrisa inocente de un niño, un ocaso maravilloso de mil colores o las estrellas brillando en el firmamento… Aaahhh, y algo muy importante: la historia, que ya ha descrito situaciones similares a las que estamos sufriendo en el país, y que han tenido, a la larga, un final feliz.

Mientras tanto paciencia. Nos quitan la luz, pero jamás la voluntad de seguir adelante.

Redacción C.C-16-09-2020