Los libros: un lujo que pocos podemos costear

Víctimas de la crisis económica

En Comunicación Continua nos proponemos hacer una serie de reportajes para analizar la situación de los libros, las librerías, y las editoriales ante la grave problemática que acusa el sector. Leer es un derecho al que no deberíamos renunciar.

Había una vez….así comenzaban casi todos los cuentos que abrieron nuestras mentes infantiles a la imaginación y a la fascinación por la lectura. Leer nos transportaba a mundos fantásticos, nos hacía soñar con príncipes quienes, montados en hermosos corceles rescataban a las princesas de las malvadas brujas, ogros y fantasmas. La lectura era la llave que nos abría la puerta del conocimiento, al entretenimiento, a disfrutar de la vida reflejada en los protagonistas, reales o no, creados por la literatura y los autores. Leer nos ayudaba a trazar metas porque muchos personajes eran verdaderos ejemplos para ser emulados. Escribíamos mejor,aumentábamos nuestro vocabulario, aprendíamos sin darnos cuenta. Al pasar el tiempo, e ir creciendo, los libros nos acompañaban en nuestros estudios, y estaban allí, prestos para enseñarnos sobre tan o cual materia, en fin eran nuestros más fieles amigos. Felices los que pudimos disfrutar de ellos porque nuestros padres tenían el acierto de comprarnos libros y de estimularnos a leer. Pero, ahora, en esta Venezuela terriblemente abatida por una crisis que empaña a todas las áreas de la cotidianidad, la lectura se ha convertido en un lujo que muy pocas personas pueden costear.

SI COMPRO UN LIBRO, ME QUEDO SIN COMER.

Alfredo Rodríguez, un joven historiador, amante de la lectura, nos dijo con mucha tristeza. “Ahora vengo a las librerías solamente para sentirme cerca de mis queridos libros. Antes de esta debacle económica en la que estamos sumergidos, mi sueldo me alcanzaba para comprar al menos dos buenos títulos mensualmente. Hoy en día, si compro uno, sencillamente me quedo sin comer. Lamentablemente, la industria editorial también está sufriendo con la hiperinflación que padecemos. Entiendo-dice Alfredo-que los costos para producir un libro son elevadísimos: papel, tienta, cartón, personal,¡todo está carísimo ¡y eso ¡claro que se tiene que reflejar en el costo final al consumidor! Los lectores no podremos leer, las librerías no podrán vender y los editores tendrán que decidir entre si se quedan o se van. Así están las cosas en nuestro país.

LOS NIÑOS Y SUS LECTURAS

Muchas instituciones educativas, en sus clases de Castellano y Literatura, o como un  programa particular  de promoción de la lectura, tienen  la excelente práctica de asignar libros a sus alumnos con el propósito de estimular el hábito y reforzar conocimientos en diversas áreas: niños y jóvenes pasaban entusiasmados por las librerías a comprar su: Caballero de la Armadura Oxidad, Viaje al Centro de la Tierra, El Diario de Ana Frank, Vuelven los fantasmas, Doña Bárbara, entre otras asignaciones. Antes de imponerse esta singular y dolorosa crisis económica, adquirir estos títulos no representaba mayor impedimento para las familias.

“Comprarle los libros a mi hija, no significaba ningún problema para nuestro presupuesto-dice la señora Rosa Pimentel-madre de una hermosa niña de 12 años. Ella es lectora desde chiquita y además de los libros que le mandaban a leer en el colegio, yo le conseguía todas las sagas de moda. Ahora, definitivamente no puedo. El último por el que preguntamos cuesta 880 mil bolívares, dígame usted  ¿quién en este país empobrecido, en el cual casi todo lo que ganamos lo tenemos que destinar a la comida y a las medicinas, puede darse el lujo de comprar un libro?

La pregunta que hace la señora Rosa nos conmueve profundamente porque tiene toda la razón y porque sentimos la tristeza de estar frente a un escenario sin la luz que ofrece un libro abierto.

Arinda Engelke.CC