Poder para destruir

Por: Fernando Luis Egaña…

Maduro mientras más y más destruye, quiere más y más poder. Poder, sin duda, para destruir. ¿Destruir qué? Primero a sus enemigos internos, tanto civiles y militares, que son los que tienen el poder de fuego para sacarlo de donde está. Después a la oposición democrática, ya institucional en la Asamblea Nacional, neutralizándola a través de ese apéndice político que es el TSJ.

Y si hay que terminar de destruir a Venezuela, en todas sus capacidades productivas, críticas, emprendedoras, pues no hay problema al respecto. Toda destrucción que colabore con el continuismo es bienvenida. Sobre todo en La Habana, que es el lugar primario de donde se domina y se destruye a Venezuela. Porque no nos sigamos confundiendo. La llamada “revolución bolivarista”, sea lo que sea que haya sido, ya sólo es un aparato de represión y saqueo.

Gobierno como tal, en el sentido administrativo de las políticas públicas, no hay ni por asomo. Tampoco es que lo hubiera habido mucho con el predecesor, aparte del reparto dinerario del boom petrolero –un poquito para la base y todo lo demás para la cúpula, pero la inercia que venía desde el siglo XX, todavía daba para disimular el desbordamiento desordenado de la mega-crisis, cortesía de la negligencia y el dolo del “socialismo de siglo XXI”.

Increíble pero cierto. Con el petróleo en 40 dólares el barril, en Venezuela hay una crisis humanitaria de carácter alimentario, sanitario y de violencia generalizada. Pero esto no lo había cuando el precio internacional del petróleo bajó a 10, 8 y hasta 7 dólares el barril, en 1998. Había crisis pero no faltaba comida, ni medicinas, ni repuestos, ni habían colas para adquirir los productos, y la inseguridad era una pequeña fracción de la actual.

Luego la crisis humanitaria no es culpa del petróleo sino de los que han depredado la bonanza petrolera más prolongada y caudalosa de la historia. Muchos de los cuales continúan haciéndolo bajo el amparo de Maduro y su entorno, y con el apoyo entusiasta de los hermanos Castro Ruz, que son los primeros depredadores de los recursos venezolanos.

Venezuela necesita que el poder construya, desarrolle, haga progresar, sea afirmativo, en lo político-democrático y en lo socio-económico. Por eso tiene que haber un cambio de fondo. Un cambio sustancial que deje atrás al poder para destruir, y le abra caminos al poder para construir.

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