Por: La calle real: Votar o no votar, el cruel dilema

Por: Fortunato González Cruz…

El 20 de mayo es un acto de crueldad, una humillación más como el carnet de la patria, como la angustia en que vivimos los venezolanos víctimas de un complot para hacerse del poder del pueblo y secuestrarlo, y de la riqueza nacional y cogérsela.

Votar para los venezolanos ha sido un acto de libertad, un auténtico ejercicio de soberanía que a pesar de las fullerías ejerció según su razón o sinrazón. Así votó en los procesos electorales desde que en 1947 se estableció el sufragio directo, universal y secreto. Lo hizo en la dictadura perejimenista que le dio el triunfo a Jóvito Villalba y el dictador no reconoció la voluntad del pueblo; luego ha acudido con sorprendente constancia a partir de 1958 cuando se apuntó a la democracia, que fue madurando entre golpes y traspiés como los pies de Luz Caraballo. Nos acostumbramos a votary ahora resulta que, por obra de la crueldad, no es un acto voluntario ni resultado de las convicciones democráticas, sino una tragedia.

Todos sin excepciones, incluidos los candidatos, el CNE y los votantes de todo el país sabemos que el proceso electoral del 20 de mayo es ilegítimo, extemporáneo y fraudulento. Ofrece unas alternativas dudosas: Un aspirante a reelegirse como si no tuviese responsabilidad en el desastre nacional, un pastor evangélico que se extravió de los caminos de Dios para optar al de la política, y un militar que saltó a la política y se anuncia como la alternativa opositora. Hay una gran mayoría de venezolanos que se preguntarán hasta la mañana del domingo 20 si van o no a votar. Unos son cautivos del régimen bien para vivir en su opulencia o sobrevivir en el límite de la mendicidad, ambos controlados por el carnet de la patria y los mecanismos de dominación desplegados por el régimen.

Los que saben opinan que no se pueden aceptar unas condiciones electorales tan desiguales e ilegales. No son pocos ni cualesquiera: La comunidad internacional, la Conferencia Episcopal, las academias incluso la de Mérida, como también la Tertulia de Los Martes. Los más importantes voceros de la democracia occidental condenan el proceso electoral.Lo cierto es que llegamos a una encrucijada política en un ambiente de angustia y desesperación, de incertidumbre y desesperanza que revela la falsedad del dilema de votar o no votar. La verdadera alternativa es una sola y nada más: Volver a la Constitución que nos dimos los venezolanos en 1999, con sus defectos y virtudes pero que es nuestra Ley Fundamental, nuestro pacto social, el único sostén de la unidad nacional y el camino más expedito para la recuperación de la patria. Este es el plan B, que debería ser el A y el único.

Si concurrimos a votar tendremos la sensación de que vamos como corderos al degüello y si no lo hacemos la pesadumbre de una renuncia obligada. Queda poco tiempo para que las convicciones democráticas y los valores del patriotismo coloquen sobre la mesa este verdadero desafío, pertrechados en los valores de los fundadores de esta patria:Roscio, Bello y las supremaenseñanza del Bolívar de Angostura y de Carabobo,se restituyan las instituciones constitucionales, la economía diseñada en la Carta Magna para una prosperidad fundada en la educación y el trabajo honrado yla paz social como bien supremo.