Razones y pasiones: Un robo más

Por: Eleazar Ontiveros Paolini…

Este Gobierno, alegando la justeza de sus arbitrariedades para lograr la formación “de un hombre nuevo” y de un socialismo todavía no muy bien definido, ha venido robándonos todo. Sobresale el robo a la seguridad. Todos tienen temor. Estamos viéndonos en la necesidad de encarcelarnos. Cerramos calles ciegas con rejas de seguridad. Nadie quiere salir de noche. Ir al teatro, a cenar a un restaurante, a visitar a los amigos y hasta a asistir a reuniones festivas de nuestros familiares y allegados. Nos han robado el poder adquisitivo del que gozábamos antes.

A nadie le alcanza el dinero para enfrentar las necesidades más apremiantes. Se nos robó la comida de nuestras mesas, antes servidas con lo necesario tres veces al día. Se  nos ha robado la majestad de las instituciones del Estado, convertidas en centros de pillaje, manejo de incondicionalidades y favoritismos, a lo que se agrega la ineficiencia. Tómese como ejemplo la pérdida de la majestad de la Presidencia, de las gobernaciones, de los ministerios. Se intenta a diario el robo de la dignidad, sometiendo al pueblo a tener que recurrir a colas interminables, a rebusques de toda a naturaleza para conseguir sus alimentos. No es acaso eso lo que sucede cuando madres con niños en brazos tienen que desesperarse en una cola para adquirir la leche, mostrando como aval a su hijo.

Se nos ha robado la honestidad, pues las precarias formas de vida obligan a muchos que nunca pensaron en hacerlo, a dedicarse a los negocios ilícitos a espoliar a los otros e incluso a robar. Se nos robó el proceso ascendente de las universidades autónomas hacia la excelencia por el conferimiento de presupuestos míseros y la diáspora de profesores que a diario renuncian en búsqueda de mejores formas de vida. Se roba la esperanza de los estudiantes universitarios que tienen que renunciar a sus estudios por la imposibilidad de mantenerse. Se nos robó el poder adquisitivo del bolívar. Nos robaron las elecciones.

Se no está robando con insistencia la unión familiar cuando los hijos emigran a otras latitudes donde satisfacer sus expectativas. Se le roba al país a millón y medio de profesionales que han tomado vuelo huyéndole a la desesperanza ¿Cuantos padres y madres se consumen en la soledad pues todos sus hijos se han ido?  Se nos roba la posibilidad a un gran porcentaje de tomar vacaciones como lo hacíamos antes. Se nos robó el suficiente transporte aéreo que teníamos. Se nos roba la posibilidad de conseguir los medicamentos que se nos han prescrito. Etc., etc.

Ahora, lo que es imperdonable, se nos roba la felicidad de las fiestas de navidad. Se nos somete a colas interminables. No se posee dinero en efectivo para las compras. Muchos no pueden sentir la satisfacción de dar a sus hijos el regalo deseado por lo caro. Aquello de los estrenos se reserva a pocos.  Ya  el placer familiar de hacer las hayacas no les es posible a muchas familias. Los precios de lo necesario para hacerlas son exorbitantes. Tal cual ha colocado frente a su casa los juegos de luces, lo que antes era común y generalizado. Las posibilidades de cenas de hermandad en empresas son muy limitadas. El brindis de siempre  resulta difícil por el precio de los licores. Pero  todo nos debe lleva a entender, como decía Bolívar, que: “El arte de vencer se aprende en las derrotas”.