Razones y pasiones: Para llorar

Por Eleazar Ontiveros Paolini…

Maduro, Cabello y el resto del combo que ostenta el poder, deben estar regodeándose por el magnífico regalo de año nuevo que representa el haber podido acentuar la división de la oposición, ahora forzando con quien sabe cuántas argucias y prebendas, la conformación de una nueva Junta Directiva de la Asamblea, en función de la votación hermanada de unos 18 diputados de oposición y los adictos al gobierno. Una vez más, es la pauta reiterativa, el chavismo frenó por la fuerza la juramentación de Juan Guiadó como Presidente de la Asamblea para el próximo periodo, impidiendo su ingreso al hemiciclo, poniendo en evidencia, no es necesario repetirlo, su carácter antidemocrático e irrespetuoso de la Constitución.

Lo espurio de la elección de Luis Parra, no puede exhibir lo que verdaderamente define el resultado de un proceso eleccionario: El acta  en la cual deben aparecer los que votaron a favor o en contra, y con ello, constatar objetivamente si hubo o no la mayoría requerida. No aparece tal acta, entonces no hay votación. Así de sencillo. Pero claro está, al gobierno eso le resbala y va a terminar reconociendo esa nueva Junta Directiva y desconociendo la elección que aunque hecha fuera del hemiciclo, en ella si se dio una votación  mayoritaria favorable a  Juan Guaidó y que se puede constatar, incluso a la luz pública, dándose a conocer  el acta respectiva, en donde están asentados los pormenores del proceso electoral. Los números son claros: total de diputados 167; quórum 84; Guaidó obtuvo 100 votos asentados en el acta respectiva y Luis Parra 63.

No tiene nada de extraño que  de prevalecer la ilegal Junta Directiva encabezada por Parra, el régimen opte por hacer que  el TSJ declare que la Asamblea ya no está en desacato, con lo cual puede interactuar con los demás poderes y decida de inmediato, para dar la impresión de que ahora si hay eficacia e interés por el bien colectivo, se proceda al nombramiento del nuevo CNE.

Ahora bien, entendemos que el problema suscitado debe ser visto con detenimiento desde el punto de vista del comportamiento humano. Cualquiera, para eso Dios le dio libre albedrio, aun habiendo sido una persona “acérrima” opositora con encendido verbo, le puede limpiar con fruición los zapatos a Maduro, a Cabello y las botas a Padrino López. Ese es su problema, pues también es su problema lo que considera es su dignidad, que entre otras cosas define la consistencia en los valores fundamentales que ha forjado través del tiempo, en lo que se incluye el espectro de pensamientos doctrinarios sobre el comportamiento ante la sociedad. No vemos que sea criticable  cambiar el ámbito (partido, en este caso) por considerarlo más compatible con su forma de pensar y a lo mejor por la búsqueda de mejores posiciones. Pero no es digno plegarse a aquellos que con intensidad, rigor, fuerza e ímpetu se criticó acerbamente, máxime cuando lo criticado se mantiene incólume, invariable y cometiendo los mismos atropellos.

Se ha utilizado como argumento errores cometidos por Guaidó y por considerarse que algunos que conforman su círculo más cercano, no son confiables. Pero es bueno comparar los errores, todos los cometemos, con los logros, en especial el haber conseguido el gigantesco  apoyo y reconocimiento de más de sesenta países. Lo importante es discutir cada aspecto que se considere erróneo para corregirlo, cada programa, cada iniciativa y en el caso de que algunos de los cercanos a Guaidó se tilden indeseables, pues plantear su aislamiento con la contundencia de las pruebas requeridas, pero sin llegar a la generación de las ya “malditas” divisiones que solo sirven para darle fuerza al chavismo.