Razones y pasiones: Para pensarlo

Por Eleazar Ontiveros Paolini…

Puede que a muchos les haya pasado por alto lo dicho por Pompeo, respecto de la división de la oposición en Venezuela. Pero esa afirmación no puede mirarse de soslayo, pues la aspiración de acabar con la pesadilla que vivimos, requiere inexorablemente  que se dé y mantenga una sólida oposición que logre  lo que el padre Ugalde ha llamado UNIDAD SUPERIOR.

Y es que debemos entender, como diría Julio César al atravesar el río Rubicón, que la suerte está echada (“Alea jacta est”). Entre nosotros también la suerte está echada y depende de esa UNIDAD SUPERIOR para que sea del todo favorable. Así se lograrán los objetivos deseados en cuanto a que se produzca un cambio  determinante en la vida de los venezolanos.

Nadie puede negar que en un sistema democrático caben todas las maneras de pensar y que los partidos políticos tienen por derecho un cuerpo doctrinario e ideológico propio, que orienta sus formas de actuar, incluyendo las de gobernar. También es saludable para la democracia que en cada cargo público a ser decidido electoramente, haya el mayor número de aspirantes, lo que determina la deseable diversidad, en la cual florece el  jardín  de la vida consciente y del desarrollo en plena libertad.

Alcanzar la democracia, es alcanzar un estado de derecho y de tolerancia en que se permiten las negociaciones de compromisos y convenios, entendiendo que “No es un sistema de consensos, es un sistema para dirimir disensos, donde el único consenso es el acuerdo sobre las reglas necesarias para dirimirlos”.

Pero lo que nos sucede actualmente, nos obliga a dejar de lado los disensos, dado  que sin desviaciones se requiere un consenso tácito para poder  recuperar una existencia digna, diferente a la que nos obliga en la actualidad metes adoquinadas. Quiere decir que los naturales y convenientes disensos no deben  aflorar ahora, sobre todo cuando puedan entorpecer la unificación de criterios  y programaciones, aunque tengamos claro el valor de la diversidad y el conocimiento de que todos somos distintos.

Por lo tanto, no es posible que la oposición se divida por razones a veces sin sólida sustentación. Por el contrario, debe unirse, amalgamarse,  en el quehacer  dirigido a derrocar la arbitrariedad y la imposición que trata de imponer el régimen a capa y espada. Debe unirnos la indignación, la inestabilidad emocional provocada por las carencias, la frustración de no poder entender cómo hemos caído tan bajo, la humillación utilizada como estrategia de sometimiento y lo inaceptable de que quienes gobiernan hayan  dejado de lado la condición de servidores públicos obligados a la búsqueda del bienestar social, para dedicarse solo, prevalidos de  su posición y del manejo de los recursos del país, a solidificar su  atornillamiento en el poder.

Por encima de todas las diferencias debe unirnos el repudio a la inaceptable burla del régimen, colocándonos, dada su necesidad imperiosa, por sobre las discrepancias ideológicas, pues en función de lo que vivimos pueden resultar hasta simplistas. Nuestro pueblo lo que desea, reiteramos, es cambiar el poder hegemónico por la democracia, tal como ya la hemos tratado de conceptualizar.

Debe prevalecer en toda la certeza de que la democracia y la justicia social que le es connatural, representa para los partidos políticos la fuente en la cual podrán de nuevo, en plena libertad, redefinirse, refrescarse con la actualización doctrinaria y recuperar su esencial papel de ser mediadores entre el pueblo y el gobierno.

Por último, alguien lo dijo, la unidad debe considerarse como un camino de salvación, de renacimiento, de renovación válida para todos y por el cual se transite con perseverancia contestataria  hasta lograr la satisfacción de las necesidades comunes, en especial los servicios públicos básicos, borrando el retrato social actual de la miseria, el hambre y la inestabilidad.

Dos proverbios africanos nos dan cuenta del valor inestimable de la unidad: “Cuando la manada permanece unidad, los leones se acuestan con hambre”; “Las hormigas unidas pueden acabar con la vida de un león”.