“Una verdad incómoda”

Venezuela y los venezolanos nos hemos empobrecido. Se nos nota en los zapatos y en la ropa, se nos nota en los rostros, cada vez más delgados. Se observa en las estanterías vacías de las ventas de alimentos. En los negocios que están cerrando sus puertas o que se han empequeñecido porque ya no tienen mercancías para vender. Se siente en la situación de nuestros hospitales y principales centros de salud, que no tienen nada, sino la voluntad de su personal.

Se nota en los adioses, de millones de personas que no pudiendo más con la oprobiosa situación buscan otros derroteros  y salen de nuestro país a “ensayar suerte”, algunos la tendrán, otros no, porque no es fácil renacer en tierras lejanas donde nada se parece a ti.” Estas son, apenas unastímidas pinceladas paradibujar el dantesco cuadro que representa la Venezuela actual. Un país que perdió su brillo en las noches oscuras producto de la incapacidad y falta de compromiso de quienes nos han gobernado duranteaños, como para achacársele a una guerra económica o al saboteo, todos los males que nos aquejan. La verdad de lo que nos ocurre está allí, palpable, en cada esquina donde la maldad acecha ;  en cada calle cubierta de basura, en cada comercio vacío, en cada farmacia sin medicinas, en cada hospital sin recursos, en cada escuela con pupitres vacíos, en el deambular afanosamente para encontrar gas o gasolina. Estamos sumidos en una hiperinflación perversa que vuelve sal y agua, los poquísimos recursos que podemos obtener producto de nuestra actividad laboral. Es, sin duda, una situación de caos y desconcierto, en medio de un panorama político lleno de controversias y acciones incomprensibles.

Una verdad incómoda

“La verdad es la correspondencia entre lo que pensamos o sabemos con la realidad. En este sentido, la verdad supone la concordancia entre aquello que afirmamos con lo que se sabe, se siente o se piensa. De allí que el concepto de verdad también abarque valores como la honestidad, la sinceridad y la franqueza” Partiendo de esta definición, y aplicándoselo al problema venezolano, cabría preguntarse por qué los líderes políticos insisten en no reconocer la realidad palpable de una gran parte del pueblo que está soportando tantas penalidades. Sin duda, esta verdad es incómoda para quienes han intentado por años, imponer un modelo del socialismo del siglo XXI, que lamentablemente, no ha sido exitoso. Ciertamente, los afanes, los planes sin rumbo, las ofertas engañosas, el populismo, un presidente que baila en medio de una crisis como si nada, ni nadie le importara, unos políticos de derecha que huyeron del país y escurrieron el bulto, después de haber jugado un papel mediocre, ahora desde la comodidad de otras latitudes “aconsejan y dan opiniones”, palabras que suenan vacías, ilusorias, porque es aquí donde se están librando las batallas en busca de un cambio positivo y sustancial. Éstas son solamente algunas, de esas verdades que la ciudadanía experimenta, pero que es negada reiteradamente.

Crisis versus oportunidades

Es una realidad que nuestro país está dividido en los que creen en el proyecto impuesto por Hugo Chávez, y otro grupo, según las últimas encuestas mayoritario, que rechaza ese modelo por considéralo inviable, además el tiempo ha pasado y Venezuela va de mal en peor. Ambas posiciones son respetables porque en una verdadera democracia, las diferencias de pensamientos son el motor de los cambios. Pero también la inteligencia para reconocer los errores y hasta los fracasos, es una cualidad innegable.

Albert Einstein, una mente brillante dijo: “No pretendamos que las cosas cambien, si siempre hacemos lo mismo. La crisis es la mejor bendición que puede sucederle a personas y países, porque la crisis trae progresos. La creatividad nace de la angustia, como el día nace de la noche oscura. Es en la crisis que nace la inventiva, los descubrimientos y las grandes estrategias. Quien supera la crisis, se supera a sí mismo sin quedar “superado”. Quien atribuye a la crisis sus fracasos y penurias, violenta su propio talento y respeta más a los problemas que a las soluciones. La verdadera crisis, es la crisis de la incompetencia. El inconveniente de las personas y los países es la pereza para encontrar las salidas y soluciones. Sin crisis no hay desafíos, sin desafíos la vida es una rutina, una lenta agonía. sin crisis no hay méritos Es en la crisis donde aflora lo mejor de cada uno, porque sin crisis todo viento es caricia. Hablar de crisis es promoverla, y callar en la crisis es exaltar el conformismo. En vez de esto, trabajemos duro. Acabemos de una vez con la única crisis amenazadora, que es la tragedia de no querer luchar por superarla.

En atención a esta reflexión de un genio, aprovechemos esta crisis, aunque estemos agobiados, y felicitemos a los valientes que defienden la verdad, la justicia y luchan por sus ideales. Época de crisis, época de transformaciones, esa es la verdad.

C.C.