«Héroes anónimos»

La universidad en la que creo
 
Cualquier universitario que ose escribir algunas líneas sobre el devenir o el acontecer de nuestra universidad debe reconocer la emoción de fondo que permea su ser, y que al final, será la verdadera guía que conduzca el hilo de las ideas explanadas en su discurso. No es retórica ni galimatías lo que planteo, es simple neurociencia. Si no sabemos la base emocional de nuestro discurso es probable que escribamos para el ego o para la tribuna de los críticos de sofá.
 
En mi caso, soy honesto, y les digo que la emoción de fondo que me motiva escribir en este 237 aniversario de la ULA es *la esperanza y la añoranza*. Añoranza por pensar en lo que fuimos y que nunca más seremos, y esperanza por pensar en un cambio en el estado de las cosas del presente. Aunque hay cosas que de verdad no me gustaría que cambiaran.
 
Por ejemplo, hoy quiero escribirle a esos *»héroes anónimos»* de la universidad que no quiero que cambien, sino que mejoren cada día más. Aquellos profesores, estudiantes o personal ATO que son partisanos de la educación, sobre todo aquellos jubilados o «jubilables» que aún dan clases por amor al país y a nuestra ULA. Ellos, invisibilizados por los gritos de la histeria política y por la esclavitud de los salarios que les obligan a «rebuscarse» como pueden, son los rebeldes que siempre hemos necesitado para hacer de esta universidad una mejor universidad, para hacer de este país un gran país. Al lado de ustedes siempre será un honor caminar. Ustedes, los «sin nombre», son la fuerza espiritual que necesitamos en Mérida para canalizar los cambios políticos de este país. Ustedes elevan la moral del ulandino ¡Gracias!, protagonistas del bien común.
 
Se puede observar a cientos de universitarios saliendo de la inercia involutiva en las que nos puso el contexto político y además, haciendo lo que mejor saben hacer, es decir, «resistir y trabajar». Eso es propio de los merideños, somos tercos como el río que siempre busca su cauce y nobles como los gañanes del campo. Ellos tienen el peso ontológico de darle el «ser» a esta universidad, ustedes hacen que yo siga siendo ulandino. ¡Gracias totales! como diría el buen Cerati.
 
Si quien me lee cree que me equivoco, lo invito a que pase por las oficinas del rectorado y vea que hay personas que pasan todo el día en sus dependencias haciendo de tripas corazón para que las cosas salgan bien. Vaya a los laboratorios de la facultad de ciencias y vea como notables profesores siguen haciendo investigación. Haga un paseo por nuestro fondo de jubilaciones, caja de ahorros o nuestro IPP y verá como hay profesores y personal que todos los días cumplen con su trabajo a pesar de la «maldita crisis» que nos consume el espíritu.
 
Venga a mi facultad y pase por algunas de las oficinas de la FACES y verá a algunos profesores y personal ATO atender a sus demandas, o a personas haciendo música para ser escuchada en otros países. Incluso, verá que hay un laboratorio de chocolate y cocina de primer mundo; ahí, en mi facultad, en nuestra Mérida. O, si quiere ir a otros lugares, vaya a la biblioteca del edificio administrativo, allí amablemente lo atenderá una señora y hasta café le invitará mientras lee un libro polvoriento. Insisto, mire puertas adentro de nuestra universidad y observe lo que pasa. Muchos nos negamos a morir en la indigencia espiritual y seguimos haciendo universidad. Seguimos «muy jodidos», aclaro, pero no estamos paralizados porque la única forma de arrancar al hombre universitario del sin sentido que representa «la nada» en la que estábamos es juntándonos a hacer cosas.
 
Si usted pasa por la galería la otra banda, la facultad de arte, o la de arquitectura, verá que hay estudiantes que junto a sus profesores participan en concursos de universidades londinenses para explicarle al mundo cómo se sobrevive en un país sin una moneda con poder adquisitivo. O disfrutará de Aquiles Báez dando clases magistrales en la escuela de música gracias a las gestiones del CEVAM. Hemos cambiado tanto que hasta tenemos vigilantes que hacen bien su trabajo.
 
Ni les cuento de los residentes en el hospital, ya ustedes conocen su labor. Pero, destaquemos también a los postgrados, o nuestra proyección académica internacional. Acá se hacen defensas de tesis presenciales, tenemos campus educativos virtuales, jurados de otros países participan en nuestras investigaciones y llenamos el César Rengifo cuando artistas foráneos vienen a presentar sus obras. En la universidad pasan cosas buenas, pero no son virales ni están llenas de *_»likes»_*  porque el bien común no vende en redes, solo vende el «morbo, las malas noticias o la pseudo belleza». No sé si bendecir o maldecir a las redes, no quiero dar esos debates por el momento.
 
Los «anónimos» somos más, y buscamos nuevos horizontes morales que guíen a esta universidad arapienta, pero siempre digna y nunca sumisa. Los «anónimos» trabajamos a las sombras de los que nos desgobiernan. Los «públicos» están presos de sus amarras existenciales y materiales, son esclavos de sus ideologías y miserias, o viven en un tóxico oasis perenne cuando detentan el poder. Para ellos, bicefalos de la barbarie, la mejor arma que podemos utilizar serán los libros en PDF, el discurso del método, las piedras de la poesía y los dardos de la dignidad. Los «públicos», los «idiotas», están condenados al anonimato, pues nadie, por poderoso que sea, escapa a la muerte, a la imposibilidad de toda posibilidad. Nadie es tan hijo de PUTIN como para hacer el mal de forma perpetua y vivir eternamente para contarlo. Contra la «idiocracia» siempre habrá antídoto, el inclemente _logos_ y el divino _nous_
 
Algún día los «héroes anónimos» serán los que gobiernen la universidad y el país. La universidad «es» gracias a ustedes. Ustedes son la universidad en la que creo, por ustedes puedo creer y crear, por ustedes puedo ser.
 
¡Quédense con nosotros, Venezuela necesita millones de «anónimos» como ustedes!
 
*Feliz aniversario ulandinos del pasado, presente y futuro*
 
*¡La universidad está VIVA, que VIVA la universidad!*
 
*Prof. Jorge Bastidas*
*FACES – ULA*