El conglomerado de profesores universitarios, docentes de liceos y escuelas, tanto públicas como privadas y las asociaciones  que los agrupan están de acuerdo en que en el escenario que vive Venezuela actualmente, sería una total irresponsabilidad y un acto violatorio de los derechos humanos, intentar siquiera volver a las actividades académicas.

Son muchos los factores que avalan la decisión consensuada de negarse a la idea de regresar a las aulas, ni en forma presencial, ni semi presencial, y con respeto a las clases online, en este país donde nada funciona y las comunicaciones están muy afectadas, es algo, que si bien sería una alternativa, tiene que tener una intervención previa para poner a punto los sistemas que permitan, entre otros detalles, usar internet y que este opere correctamente.

La realidad, no puede ocultarse .No hay forma de dar una imagen de normalidad en el país, y muchos menos en los Estados Andinos y el Zulia donde todos los problemas se agudizan de tal manera que la vida misma se ha convertido en sobrevivencia. Entendemos que en la gran Caracas, las cosas suelen ser distintas,  porque tratan de preservarla en una burbuja, aun así, en ocasiones, esa burbuja ha tenido sus huecos por donde se escapa el aire. 

Una simple mirada a los espacios que ocupa la Universidad de Los Andes, refleja claramente la depauperación progresiva de sus áreas. Sin un presupuesto  adecuado  para el mantenimiento de sus aulas, jardines e infraestructura en general, es completamente imposible pretender impartir clases.

Mérida, está golpeada por la crisis económica, social y política. Las fallas constantes en los servicios públicos. La falta de transporte, gasolina, gas, y agua. Para colmo de males una pandemia que no da tregua, que está llenado de luto la geografía del país. La pobreza creciente que envuelve a la ciudadanía y por supuesto a los profesores universitarios quienes, en su momento, se dedicaron con esmero a cultivarse intelectualmente para poder formar a las generaciones de jóvenes que, en otros tiempos colmaban con su presencia nuestra Alma Mater. Su misión era la educación, por lo tanto no se montaron en grandes negocios, no se enchufaron, no acumularon bienes de fortuna: ilustración  no produce millonarios, al contrario, es inversión científica, cultural, tecnológica, es amor al prójimo, es vocación.

Los miserables sueldo que hoy devengan los profesores unos 8 dólares el que más gana, no alcanzan en la actualidad ni para cubrir dos productos de la cesta básica. Por poner un ejemplo que ilustra la clase de infamia e infravaloración que están sufriendo los docentes universitarios: Un profesor(a) titular a dedicación exclusiva, escalafón máximo dentro de los cargos universitarios  a nivel nacional, por cuanto los sueldos están homologados, devenga un salario de  7,7 dólares, mensuales lo que implica que  quincenalmente  cobran  1 millón 691 mil bolívares. Triste, deplorable y humillante la situación para quienes tiene la sagrada tarea de formar, educar y enseñar al futuro de Venezuela, representado en esos estudiantes que también están pasándola muy mal, porque ven como día a día sus sueños de prepararse, graduarse, están congelados.

Respeto, dignificación, reconocimiento.

Venezuela se ha convertido en el país más injusto, incoherente y absurdo del mundo entero. Mientras que los bachaqueros de la gasolina, el gas y cuanta cosa se pueda cobrar con sobreprecio,  sin hacer nada más que esquilmar al prójimo, se ganan en esa “transacción “miles de dólares,  los profesores , y maestros se están viendo en la necesidad de vender todo lo que en mejores tiempos pudieron adquirir para seguir sobreviviendo. Su vida cambió radicalmente. Ya no pueden comprarse un libro, inscribirse en un curso de mejoramiento, arreglar su vehículo, y todos sus esfuerzos se concentran en alimentarse él o ella y sus familias.

Mientras tanto, el peso de no poder cumplir con su deber de asistir a su aula de clases a hacer lo que mejor sabe que es enseñar, produce un sentimiento de impotencia, de rabia, de insatisfacción personal que aunado a las pésimas condiciones de vida, en la que están sumidos, maestros, docentes, profesores y todas aquellas personas que lucharon para alcanzar un nivel óptimo en el desarrollo de sus profesiones.

En la Venezuela actual, no vale la preparación ni el compromiso para ejercer con ética una carrera universitaria. En este país, al revés,  es más importante un buen “enchufe”, un engaño, una estafa, que proceder decentemente.

Urge dignificar la profesión del que enseña y prepara .Es necesario honrar a las personas que forman y educan a la fuerza laboral de una nación.” Sin maestros  no hay escuelas, dice el slogan de Fe y Alegría y nosotros nos permitimos añadir “sin profesores no hay universidades”

Redacción.C.C.